El Mentiroso y sus Mentirosas

Dibujando estas letras fabricadas con pequeños círculos, líneas horizontales y verticales voy tejiendo un texto indecente, que al final, con suerte, quedará al menos un poco coherente. Voy construyendo frases y “significados”, voy dejando un poco de mi alma en el papel, o al menos intentándolo. Alucino que lo logro, que logro dejar un poco del peso de mi alma en algún lugar fuera de mí pero es mentira. Escribir es como tirar un bumerang. Del otro lado a alguien se le acercan las palabras, alguien que nunca las llegará a tocar, le susurran un poco al oído (en forma de un suave abaniqueo) y se convierten, a veces, en algunos pensamientos y después regresan con mas fuerza.

Cada vez que leo lo que escribo se vuelve un poco distinto. Núnca es lo mismo. Es como la noche antes y después de la borrachera, es la misma noche pero uno no es el mismo. ¿Son las palabras tan mentirosas que un día te dicen una cosa y al siguiente otra? ¿O será que el tiempo pasa tan rápido que me transforma? Será que ahora tengo una cabeza que piensa diferente, que tiene un par de ojos un poco más viejos o que han aprendido a no ser tan crédulos. Los significados se van transformando hasta convertirse en el reflejo de una persona diferente, un poco menos sensible, o quizá… no, si, definitivamente un poco menos sensible. Un poco más resistente. O quizá solo sea una ilusión, otra más. Quizá.

Otra noche, otra botella y otra borrachera por favor, así termino por ver lo mismo diferente, al menos así si sé que estoy viviendo una ilusión y no me engaño con una realidad desechable hecha de palabras mentirosas.

O quizá no mienten y soy yo el que es diferente ahora.

Ya, apago mi mente.

También miento.

Tan bien.

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